Los lazos entre humanos y animales han demostrado ser fuertes y trascendentales en el delicado equilibrio de la vida. Los animales se han erigido como compañeros leales en momentos de alegría y risas, así como en días oscuros de enfermedad, brindando consuelo sin juzgar y amor incondicional. Sin embargo, en una sociedad que con frecuencia ha relegado a los animales a la categoría de “propiedad”, es hora de reconocer su estatus como miembros de la familia, especialmente en los momentos más críticos: cuando la salud de nuestros fieles amigos está en juego.
La nueva ley de bienestar animal representa un avance significativo en la evolución de nuestra relación con los animales. Son seres vivos con emociones, dignidad y una fuerte conexión con nosotros, no solo objetos. No obstante, es esencial que esta transformación trascienda la función y se implemente en la vida cotidiana de los centros de salud veterinaria.
Así como nosotros, los humanos, nos aferramos a la presencia reconfortante de nuestros seres queridos durante la enfermedad, nuestros amigos peludos también necesitan ese apoyo para mantener altos sus ánimos y la voluntad de superar los obstáculos que les mantienen en el hospital. La soledad puede ser abrumadora para ellos, y la ansiedad puede interferir con su proceso de curación.
Para reconocer y respetar el derecho de los animales a la compañía de sus dueños, es hora de replantear las normativas de los hospitales veterinarios. Las visitas deben ser más que un breve encuentro; deben ser largas y frecuentes, brindando consuelo constante y amor terapéutico. La tristeza y la soledad no deben marcar la recuperación de un animal, sino el apoyo constante de quienes los aman.
En los casos en los que se sabe que el animal no saldrá del hospital, esta necesidad se intensifica aún más. Es fundamental que los dueños tengan la oportunidad de acompañar a su amigo fiel en su último viaje en esos momentos dolorosos y difíciles. Estas reformas en los hospitales veterinarios deben impulsarse por la empatía y la compasión, permitiendo a los dueños decir adiós en un entorno que respeta la conexión única que han compartido.
La forma en que tratamos a las personas más vulnerables y necesitadas de nuestro alrededor es una medida de la humanidad. Nuestros animales deben ser tratados con la misma consideración y atención que nuestros semejantes merecen. La reforma de los hospitales veterinarios es un paso crucial para garantizar que ningún animal se sienta abandonado en sus momentos mas críticos a medida que avanzamos hacia una sociedad más compasiva.
Hagamos honor a la especial conexión que tenemos con nuestros amigos peludos y aboguemos por cambios en las regulaciones hospitalarias que permitan que el amor y la compañía fluyan libremente por los pasillos de los hospitales veterinarios. Cada golpe, ladrido y ronroneo nos recuerda que los animales son parte de la familia, y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que reciban el respeto y la dignidad que merecen.
Sobre este tema Beatriz Morote ha iniciado una petición en la web Change. Pueden apoyar esta solicitud firmándolo aquí.