Principios de los años sesenta, Francia. La carrera espacial en su pura efervescencia. Tras el eco de cómo la perrita rusa Laika había sido lanzada al espacio, las grandes potencias mundiales se concentraban en superar aquel avance científico cuya realidad escondía un logro indudablemente cruel.
Félicette vagabundeaba las calles cuando la encontraron. Quizá fue su mirada tierna y su pelaje negro con motitas blancas lo que llamó la atención de quienes la hallaron y luego vendieron al gobierno francés.
Otras 14 gatas sufrieron un destino muy similar al suyo: entrenamiento duro en cápsulas centrífugas y cámaras de compresión controladas bajo el registro de electrodos permanentes implantados en sus cerebros.

La fecha en la que Félicette fue lanzada al espacio fue el 18 de octubre de 1963, por la mañana, concretamente a las 8:09 a.m. Un detalle que no debemos pasar por alto es que ella realmente nunca tuvo un nombre adecuado hasta volver como cosmonauta. En el laboratorio la clasificaron como C 341, etiqueta con la que de este modo asegurarían no mantener ninguna clase de apego emocional.
Para sorpresa (y alegría) de muchos, la gata regresó a la Tierra sana y salva. El cohete Veronique había guardado fielmente la vida de la pequeña, a diferencia del CERMA (Centre d’Enseignement et de Recherches de Médecine Aéronautique). Esta agencia era la cual se encargó de este proyecto y la que estudiaba el novedoso fenómeno de los viajes espaciales.
Sacrificada dos meses después de su vuelta, los científicos estudiaron los efectos de la radiación y cómo el movimiento alrededor de la órbita terrestre había afectado a su biología. Informes posteriores confirmaron que la autopsia fue inútil y Francia no volvió a lanzar ningún astronauta al espacio.
¿Fue Félicette olvidada?
A diferencia de otros animales, su reconocimiento fue menor. No se levantaron estatuas en su honor, tan solo se vendían sellos conmemorativos donde, erróneamente, la confundían con un macho.
Su historia cambió cuando una campaña en Kickstarter recuperó su honor y, gracias a Matthew Serge Guy, su impulsor, se recaudaron 57.000$ en memoria de Félicette para levantar una bella estatua de bronce de metro y medio de altura, la cual se puede ver hoy en el campus de la Universidad Espacial Internacional de Estrasburgo.




