¡Ay, el estrés! El otro día, el perfil de Instagram @vintage_pet_rescue publicaba un cautivador reel donde un perrito calmaba su ansiedad en un maniquí. Este muñeco servía de compañero y apoyo a este peludito llamado Shorty, quien adoraba a su dueño pero, al viajar con frecuencia, no disfrutaba de su compañía tanto como él verdaderamente quería.
Los animales domésticos han demostrado en numerosas ocasiones su gran capacidad de empatía. Estar expuestos a las emociones de las personas puede influir significativamente en su comportamiento, llevándolos a experimentar desde una vida tranquila hasta una actitud retraída o hiperactiva, dependiendo de la etapa emocional que esté atravesando su cuidador.
Cambios en el entorno, la rutina, los tiempos de paseo… también son factores que afectan y pueden tener un impacto negativo en la mascota.
En el peor de los casos, se ha observado cómo la salud de nuestro mejor amigo se contempla empeorada por problemas que traemos a casa, ya sean de trabajo o relacionados con la vida social, puesto que diarrea y vómitos, pérdidas de pelo o incluso asma tienen que ver con el entorno y la salud mental.
Estrés: Cómo terminar con un ambiente que asfixia
El tiempo de calidad siempre es una buena opción y es que no hay nada como una conexión saludable entre persona y mascota. Terminar el día relajándose juntos puede ser una de las respuestas óptimas para ambos, mejorando su estado emocional y físico.
La estabilidad y el equilibrio es imprescindible en la vida de cualquier ser viviente y sintiente.
Favorecer relaciones sanas, ambientes de confianza y seguridad, tienen indudables consecuencias, como la mejora de habilidades cognitivas y es que, como podría ser el caso de introducir juguetes interactivos, este puede ser un ejercicio más que útil al momento de fomentar su aprendizaje y disfrute, llevándolo a dejar de lado la posible frustración a un mundo de estabilización que todo dueño responsable desea.