perro como regalo de navidad en una caja de regalo verde y un lazo rojo

Septiembre ya está aquí, los niños están listos para volver al cole, y los padres buscan maneras de celebrar. Ya sabes, lo típico: mochilas nuevas, estuches, quizá una salida en familia para terminar las vacaciones con broche de oro. Y ¿por qué no? Es normal querer celebrar estas cosas. Mis padres lo hacían, y apuesto a que los tuyos también. Pero, en esta época, algunos padres llevan la celebración a otro nivel con un regalo que va mucho más allá de algo material. ¿El gran gesto? El regalo de mascotas. “¡Felicidades por sobrevivir al verano!”

¿A quién no le gusta un cachorrito como el de la foto? Pero, no te dejes engañar por lo bonito del momento. Ese gesto inocente de amor y emoción es a menudo el comienzo de una historia marcada por el abandono, la negligencia y la superpoblación de los refugios. Hablemos claro. El regalo de mascotas con el inicio de las clases no es solo una mala idea, sino parte de un problema mayor: tratamos a los animales como si fueran objetos que se pueden desechar cuando nos aburrimos o cuando dejan de ser “cute”. Y sí, también pasa en Navidad, cuando los peluditos llegan bajo el árbol, envueltos en lazo, solo para ser abandonados cuando crecen o se portan “mal”.

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Los refugios ya saben lo que les viene

Después de las vacaciones, ya sea Navidad o la vuelta al cole, los refugios de animales empiezan a prepararse para lo que ya es rutina: la llegada masiva de perros y gatos. Esos animalitos que, hace un par de meses, eran la estrella del hogar, ahora son “demasiado trabajo”. Los padres, sumidos en la emoción de comprar ropa y cuadernos nuevos, no se dieron cuenta que un ser vivo no es un artículo más en la lista de útiles escolares.

Lo que empieza como una alegría, termina siendo una carga. Obviamente, un animal necesita atención, entrenamiento, y mucho, mucho, MUCHO cariño. No es solo que sean adorables; también muerden, arañan, ladran, maúllan, y demandan más tiempo del que las familias ocupadas pueden darles. Cuando la novedad pasa, el pobre animalito tiene cuatro destinos posibles: ser ignorado en casa, regalado a cualquiera en internet, llevado a un refugio o, lo peor, abandonado en la calle. Suena cruel, pero es la realidad, solo mira este artículo del 2018 (imagina cómo están las cifras ahora).

La realidad detrás del “regalo”

También es importante reconocer el coste humano de este ciclo. Los niños, esos mismos que estaban tan emocionados con su nueva mascota, se quedan confundidos y tristes cuando ya no está. No entienden por qué “su amigo/a” se fue. O peor, interiorizan el mensaje de que los animales son desechables y que cuando se convierten en una molestia, simplemente se pueden devolver, perpetuando así la falta de empatía y responsabilidad.

Y, es que, los niños aprenden con el ejemplo. Si ven que un animal es tratado como un accesorio, como algo que llega con la vuelta al cole y que se va cuando ya no es “divertido”, ¿qué mensaje les estamos dando? Que los animales no son importantes, que el compromiso no importa.

Además, y por si fuera poco, también hay un daño emocional que muchas veces no vemos atado al regalo de mascotas. Imagínate ser un niño que está emocionado con su nuevo amigo/a, solo para darse cuenta de que es más trabajo del que pensaba. Cuando los padres deciden deshacerse de la mascota, el niño se queda con sentimientos de culpa, tristeza, y un montón de preguntas sin respuesta. Aprenden que el amor es condicional, y que los animales son desechables cuando ya no convienen.

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Las mascotas no son para “un momento”

Las historias de mascotas abandonadas en Navidad y después de la vuelta al cole comparten la misma raíz: la incapacidad de ver más allá del momento de emoción y entender que un perro es un compromiso de por vida. Una mascota no es un juguete del que se puede disfrutar un rato y luego dejar en un rincón. Son seres vivos, con sentimientos, que requieren tiempo, paciencia y dedicación.

Si queremos romper este ciclo, tenemos que cambiar la forma en que vemos a los animales y sobre todo, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar sobre el regalo de mascotas. No son accesorios ni regalos para marcar una celebración; son compañeros de vida. Si una familia está pensando en adoptar una mascota, ya sea como regalo de Navidad o para celebrar la vuelta al cole, deberían preguntarse primero: ¿Estamos preparados para cuidar de este perro o gato los próximos 10 o 15 años?

Tanto la Navidad como el inicio del curso escolar son épocas de alegría y emoción, pero no deberían ser momentos para tomar decisiones impulsivas que afectan la vida de un ser vivo. Si de verdad amamos a nuestras mascotas, deberíamos respetarlas lo suficiente para tomar decisiones responsables.

Al final del día, las mascotas no son para un momento. Son para toda la vida.

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